El corzo (científicamente conocido como Capreolus Capreolus) es una especie de mamífero artiodáctilo, perteneciente a la familia Cervidae y presente en gran parte de Europa y Asia. En este artículo, analizaremos sus características físicas y de comportamiento, hábitat y algunos datos curiosos sobre esta interesante especie. ¡Quédate, que te lo cuento!
FILO | Chordata |
CLASE | Mammalia |
ORDEN | Artiodactyla |
FAMILIA | Cervidae |
Características del corzo
- Tamaño corporal: el corzo es un pequeño cérvido con una longitud que varía entre 90 y 135 cm y una altura en la cruz de 65 a 75 cm, lo que le da una apariencia esbelta y compacta.
- Peso: su peso oscila entre 15 y 35 kg, variando según el sexo y la región. Los machos son generalmente más pesados que las hembras.
- Astas: los machos presentan pequeñas astas bifurcadas que se renuevan anualmente, mientras que las hembras carecen de ellas, lo que facilita la diferenciación entre sexos.
- Pelaje: el pelaje del corzo cambia con las estaciones: es de un color rojizo en verano y se vuelve más grisáceo y espeso en invierno, proporcionando un excelente camuflaje en diferentes entornos.
- Cola: tiene una cola muy corta, que es poco visible pero funcional.
- Espejo: en la parte posterior, el corzo tiene una zona blanca conocida como «espejo», que es más visible durante el invierno y puede servir como señal visual entre los miembros de la especie.
Dieta y comportamiento
El corzo es un animal herbívoro y su dieta consiste principalmente en hierbas, helechos, hierbas, arbustos, brotes y hojas. También comen frutas, cortezas y algunos cultivos.
En cuanto a su comportamiento, estos animales son principalmente crepusculares, siendo más activos al amanecer y al atardecer, aunque también pueden tener actividad nocturna. Suelen vivir solos, especialmente los machos adultos, o en grupos pequeños y dispersos. Durante la época de cría, los machos se vuelven más agresivos y territoriales, marcando su territorio con glándulas odoríferas, orina y heces. Los machos también se enfrentan entre sí para establecer su dominio y asegurar sus derechos de cría.
Hábitat y distribución geográfica del corzo
El corzo habita principalmente en bosques mixtos y caducifolios, aunque también se encuentra en zonas de matorrales y campos abiertos con cobertura vegetal adecuada. Prefiere áreas con abundante vegetación densa que le proporcione refugio y alimento, como arbustos y sotobosques, pero también necesita claros para alimentarse. Los cambios estacionales influyen en su elección de hábitat, moviéndose hacia áreas más boscosas en invierno para protegerse del frío y hacia zonas más abiertas en verano donde el alimento es más abundante.
La distribución geográfica del corzo abarca gran parte de Europa y Asia occidental. Es una especie ampliamente distribuida desde el norte de España y Gran Bretaña hasta el sur de Escandinavia y el este de Rusia. En las últimas décadas, su rango de distribución se ha expandido debido a la reducción de la caza y la reforestación, permitiendo que colonice nuevas áreas, incluyendo algunas regiones urbanas y suburbanas.
Curiosidades sobre el corzo
Sentidos agudos y agilidad: los corzos poseen una vista y un olfato extremadamente agudos, lo que les permite detectar a los depredadores con eficacia. Son conocidos por su agilidad, capaces de realizar saltos largos y cambiar rápidamente de dirección para escapar del peligro.
Celo retardado: las hembras experimentan una peculiaridad llamada «celo retardado» o «diapausa embrionaria». Aunque se aparean en verano, el desarrollo del embrión se detiene hasta diciembre o enero. Esto asegura que los partos ocurran en primavera, cuando las condiciones son más favorables para la cría.
Uso de astas y territorialidad: durante la época de cría, los machos compiten activamente por el acceso a las hembras. Utilizan sus astas para pelear entre sí y establecer dominio sobre un territorio, marcando áreas con glándulas odoríferas y raspaduras en la vegetación.
Adaptaciones estacionales del pelaje: el pelaje del corzo varía con las estaciones: es rojizo en verano y grisáceo en invierno. Este cambio les proporciona un excelente camuflaje en diferentes entornos, ayudándoles a evitar la detección por parte de los depredadores.
Esperanza de vida: en la naturaleza, los corzos pueden vivir entre 10 y 16 años, mientras que en cautiverio pueden alcanzar hasta 20 años. Esta longevidad se ve influenciada por diversos factores ambientales y de manejo.